Cinque Terre es una región italiana de costa formada por cinco pueblos pescadores: Monterosso, Vernazza, Corniglia, Riomaggiore y Manarola.
Son unos pueblos pintorescos, construidos en acantilados. Resulta casi imposible acceder a ellos por carretera, lo más recomendable es llegar en barco (hacen circuitos en cualquier pueblo de La Spezia) o en tren (10 minutos desde La Spezia o 1:30h desde Genova).
Nada más llegar a Manarola, me llamaron la atención las típicas casas de estilo genovés. En la calle que va directa a la playa, hay tiendas donde venden comida típica.
Yo paré a tomar un refresco y terminé comiendo una especie de quiche de arroz que no me desagradó (para mi gusto, demasiado pesado para el verano).
Cuando llegas a la playa, te das cuenta que no es la típica playa con arena. Tienen una piscina natural de agua profunda.
Estas casas están construidas en la ladera de la montaña y los colores vivos de sus edificios frente al mar, hace que no puedas parar de hacer fotos.
El caminito es muy agradable, un poco subida, pero como vas haciendo paradas para disfrutar del paisaje, en cuanto te das cuenta, has llegado arriba.
Yo volví a tomarme otro refresco, porque este día hacía muchísimo calor...
Después de descansar un ratito contemplando el paisaje, volví al pueblo, y como ya se había hecho la hora de comer, el olor a pescadito hizo que buscara la procedencia como un perro rastreador... es que a ciertas horas el olfato se me agudiza tremendamente, jajaja.
Después de esta deliciosa parada, quise llegar hasta la iglesia y recorrer las callejuelas del centro, donde puedes ver desde ropa tendida, hasta tiendas que venden pasta de sopa, heladerías... eso sí, que no falten los helados en Italia!
Para que el día fuera perfecto, un chapuzón, que me sentó de maravilla (con este agua tan azul, quien se resiste) y hacia el hotel, que todavía quedaban muchos días y muchos pueblos por visitar 😍
Nos vemos pronto...